miércoles, 5 de julio de 2023

Carlos Gardel en universo paralelo

 

CARLOS GARDEL EN UNIVERSO PARALELO

Carlos Gardel no murió en el aeropuerto de Medellín. El avión trimotor Ford del servició aéreo colombiano tuvo que realizar una maniobra arriesgada pero pudo evitar la catastrófica colisión con el “Manizales” y todo quedó en un susto que alimentó la prensa con titulares especulativos. Algo así como “La delegación del rey del tango se salva de posible accidente aéreo” o cosas por el estilo.

En realidad nadie falleció y Barbieri siguió acompañando a Gardel por mucho tiempo mientras que con Alfredo Le Pera la sociedad tuvo sus altibajos hasta una ruptura definitiva varios años después. Aunque el F-31 se inclinó a la derecha, igual le quedaron unos trescientos metros de pista, logró elevar la cola y forzó el despegue para no colisionar de frente con el otro avión. Fue una de esas imágenes que salen en las películas de acción donde el héroe se salva por un pelo y la aventura continúa. Aquí lo que prosiguió fue la gira del mago completando el itinerario que cursó de Puerto Rico a México, viajando por Venezuela, Aruba, Colombia, y Panamá. Era el año 1935 y el zorzal criollo ya había recorrido un trayecto que lo emparentaba con los grandes ídolos de la canción popular contemporánea. Había filmado películas para la Paramount y viajado por Europa mientras su olfato para las oportunidades terminó consolidando un trayecto a la fama. No desperdició ninguno de esos momentos y multiplicó su popularidad al máximo sin aclarar jamás si realmente había nacido en Toulouse o Tacuarembó. No se sabe las razones por las que prefirió ocultar dicho secreto pero, luego de lo ocurrido, a nadie le importó demasiado.

Lo cierto es que Gardel se salvó dos veces de la muerte y, en Medellín, muchos recordaron como también había zafado del balazo que le pegara el tío del “Ché” Guevara a fines del año 1915. En aquel entonces, el cantante se refugió en territorio uruguayo para procesar su convalecencia en la estancia de los Etchegaray y quizás reencontrarse con algunos vínculos inconfesables. Lo que sí terminó admitiendo tiempo después, cuando su popularidad se había standarizado pero los años pesaban en la recta final de aquellos que no se inmortalizan por una desaparición temprana, tuvo más impacto que toda su leyenda anterior. A fines de la década de los 50, cuando oscilaba los sesenta y tantos años y una nueva época se le venía encima a la humanidad, se rumoreó que Gardel mantenía una relación sentimental con otra persona del mismo sexo que había conocido en Italia. Los trascendidos volaron como pólvora encendida sin que ningún periodista de espectáculos se atreviera a confirmarlo por escrito. No resultó necesario porque el rumor adquirió proporciones considerables y bastó para que sus admiradores le dieran la espalda defraudados frente a quien consideraban la representación más cabal de la elegancia viril. Como por arte de magia, sus discos desaparecieron de las góndolas y el clásico retrato de gacho gris se diluyó como papel descartable entre los trastos que quedan fuera al momento de una mudanza. Sus contrataciones fueron menguando -de la misma manera que su voz- y en los últimos tiempos apenas realizaba apariciones esporádicas en algún club de provincia o cafetines de mala muerte de la región. Murió en 1973, ya octogenario, totalmente arruinado y solo.